Travesía por el cordón de la Mesa Seca

Se venía el fin de semana largo de fines de octubre y con Emil Stefani queríamos seguir explorando luego de un rebote en una expedición patagónica, pero buscando menores probabilidades de jugo y en los Andes centrales, ya que solo contábamos con 4 días. En eso se nos ocurrió contactar a Alvaro Zerené de los Leones de Montaña quien andaba en las mismas y nos propuso una travesía por el cordón de la Mesa Seca, en la cordillera de la región de Valparaíso. Nos entusiasmó mucho más que mi propuesta de cerros en la cordillera de O’higgins, donde era más probable el rebote que de subirlos.

La zona en cuestión, en la carta IGM La Disputada.

Cuento corto, partimos el sábado 29 de octubre rumbo a Los Andes donde nos esperaba Álvaro. Luego de dejar bien guardados los gatos dentro de su casa seguimos hasta Riecillos, allí nos internamos por el camino que asciende junto al estero Riecillos por un par de kilómetros hasta donde se corta el camino y no es posible continuar en auto. Álvaro y Emil fueron a dejar la camioneta a Río Blanco donde terminaríamos nuestra travesía, mientras yo los esperaba en una sombra cuidando nuestras mochilas.

Volvieron casi una hora después y comenzamos la aproximación que en el primer kilómetro tenía 5 cruces del estero, con bastante caudal en aquella época de deshielo. Luego avanzamos 15 km por la huella vehicular hasta la entrada al Cajón de Laguna Mala que conoceríamos al día siguiente (ahí acampamos junto a una estación de bombeo de Los Bronces).

El polvo y el polen de la zona causaron estragos en Emil que pasó una muy mala noche estornudando. Esperamos nos pegara el sol para salir del saco y empezar a subir por una huella de arrieros hacia la laguna Mala.

A mediodía alcanzamos un hermoso bofedal lleno de aves entre ellas una pareja de piuquenes, unos patos juarjuales y bandadas de otras más pequeñas como churretes.

Un kilómetro más arriba comenzaba la nieve que cubría la laguna Mala; seguimos por una ladera más al sur rodeando las rocas hacia el portezuelo a 3900m aprox. La nieve a ratos con buena consistencia, en algunos tramos la perdía por completo y nos hundimos casi hasta la cintura.

Me parece fue a las 3 o 4 de la madrugada que sonó el despertador, los 3 comentamos que dormimos muy interrumpido producto de la altura, tomamos desayuno y partimos con los crampones puestos. Un pequeño paso de roca y ya estábamos sobre el filo rumbo de la P4034. Al inicio sencilla, poco a poco se tornaba como una joroba y vamos tomando el filo a veces por la derecha (oeste), a veces por la izquierda (este).

Uno que otro trepe no muy expuesto y a eso de las 8am estamos los 3 en esta cumbre innominada; no encontramos ningún rastro, ni siquiera de animal.

Era hermosa la vista hacia el Aconcagua que destacaba sobre todo el valle.  Vino la discusión sobre cómo bautizarla, finalmente, con el frío no quisimos alargarla mucho y acordamos algo bastante estándar: Punta Laguna Mala, vía por la joroba. Nuestro siguiente objetivo: la P4144. Se veía bastante prominente y con una vía no difícil desde allí.

Alvaro armando la pirca cumbrera bajo la cual dejamos un testimonio. La P4144 justo más arriba de Álvaro en la foto.

Vamos llegando a esta cumbre y escucho de Álvaro un: “Nooooooo” y varios epítetos que omitiré en este relato.

Este monolito de hormigón mostraba que no éramos los primeros humanos en pisar esta cumbre, salvo que se demuestre que existen extraterrestres o animales que escriban en español.

En una planicie unos 100 metros más al este encontramos un círculo de piedras que marcaban un buen lugar de aterrizaje de helicóptero. Tal vez no éramos los primeros humanos, pero probablemente sí los primeros que lo subimos caminando desde Riecillos (desde 1300 m s.n.m). En fin, la P4144 ya tenía nombre, era el cerro Diamante, nombre que a veces se le daba a su vecino, el san Emeterio, con lo cual resolvimos esta confusión.

En la planicie de alunizaje de ovnis o helicóptero. La pirámide de roca de la derecha es el San Emeterio, y en el extremo izquierdo (norte) del mismo filo, la Punta Flores.

Finalmente, nos quedaba por ascender la tercera cumbre propuesta para ese día: la Punta Flores de 4157, cota similar donde estábamos, pero a casi 4km de distancia y la ruta no se veía obvia ni trivial. Y ya eran cerca de las 11am.

Bajamos un poco y seguimos un laaaargo traverse por la nieve en general y por suerte en buenas condiciones.

El traverse que no terminaba nunca.

De cara a que al día siguiente nos quedaba todo el regreso a río Blanco (unos 20km con un par de portezuelos a sobrepasar, con condiciones que ignorábamos) pusimos hora tope de llegar a la cumbre las 14hrs.

A eso de las 1 y media llegamos aproximadamente a este punto, desde el que algunos calculaban que faltaba 1h a la cumbre, yo veía muy lejos y decía era por lo bajo 2. Cuento corto, preferimos ser cuidadosos y nos volvimos, con la conciencia intranquila de que probablemente nunca nos daríamos la lata de volver a intentar la Punta Flores.

La vuelta a la carpa no estuvo exenta de dificultades, Emil le pegó fuerte la puna (intuyo fue principalmente por poco descanso luego de la expedición al sur y la primera noche sin dormir por la alergia), no había comido mucho y se fatigó, le dimos aceta y un remedio para las náuseas. Había guardado un tarro de papas fritas para la cumbre que no fue, era lo único que no le daba asco de comer y un gel energético que tenía Álvaro.

Ya se había ido el sol cuando pillamos la carpa, derretimos algo de nieve para cenar y guateros. Por suerte no fuimos en bivak, esa noche el viento no paró de mover la carpa.

Cuarto y último día de la travesía. Emil amaneció recuperado, y como Run Run, nos fuimos re regreso pal norte. Tras alcanzar el primer portezuelo, vimos la P4107 tan a la mano que ascendimos por una canaleta en su cara este, dejando las mochilas en una terraza.

Pasada la mitad de la canaleta se abría una chimenea directo hacia las 2 cumbres (no sabíamos cuál era la más alta) así que continuamos trepando por ahí.

Ascendiendo por la chimenea. Al fondo el Vigía.

Y cumbre! Esta vez encontramos unos palos, restos de cemento, un tarro en conserva avejentado y una pila alcalina. Alvaro revolvió cuanta piedra había en la cumbre tratando de encontrar algún papel, pero no pilló nada. Probablemente eran restos de una visita en la misma época del monolito del Diamante, campañas topográficas/mineras de principios de los 90’s.

Como no había ninguna documentación, nos tomamos la libertad de bautizarla como Punta Pumas Universitarios, en referencia a nuestros clubes, organizaciones con especial dedicación por la documentación geográfica andina. Nos dimos cuenta que si no hubiésemos desviado de la canaleta hacia la chimenea hubiese sido un ascenso bastante más sencillo, aunque menos entretenido.

Lo siguiente fue un traverse al portezuelo junto al Vigía y luego bajar, bajar, bajar, traverse infinito, una que otra subida que nos quitaba el aliento, hasta llegar luego de muchos kilómetros, al menos 15, al Nido de Cóndor donde vendría la peor bajada, terreno erosionado y empinado. Salvo la laguna del Chano y muchos cactus en flor, no destacaría nada en ese trayecto, lo único que queríamos era volver a nuestras casas a una hora no tan indecente.

Linda travesía de casi 60km con muy buenas vistas a los cerros de la V y con una muy buena compañía.

Para los que llegaron hasta acá, una publicación de Emil con mapas de la travesía en Instagram

y un video de Alvaro de la misma salida: https://youtu.be/BRok6N0PTF8

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