Visitando al diablo

Hace miles de miles de años, unos 6 mas o menos hice una travesia, una cuyo relato pongo aqui ahora:

Todo empezó, de lo que me acuerdo, como un proyecto grupal. Reuniones, correos y muchas intenciones que al final no lograron llegar a puerto. Así que como no quise quedarme como novio de pueblo (vestido y alborotado), decidí que mejor solo que sin cordada (el dicho no dice así, pero es MI relato).
Después de 2 recorridos exploratorios por lo que sería la entrada y la posterior salida de la travesía, más numerosas vistas, proyecciones y cálculos sobre la foto satelital. Decidí que tenía información suficiente, equipo y ganas. Solo me faltaba partir, encontrar quien me fuese a dejar y rezarle a san peladito fulgurante el santo de los pelados solitarios.
La travesía partía por el cajón de lo Valdés, ascendía luego a los Dientes del Diablo, el Diablo y salía por el cajón del Estero del Diablo. Pretendía realizar todo esto en unos 2 días y medio, partiendo un viernes a mediodía y retornando un domingo por la tarde….creo 🙁
Después de conseguirme no 1 sino 2 choferes, la mochila de pastel, la funda de vivac de matasanos Irarrázaval, el anafe de radul y kilos y kilos de ración de marcha. Me senti lo suficientemente listo como para que mis 2 choferes me fuesen a dejar a los pies de la Yesera.
Debió tomarme unas 4 o 5 horas llegar hasta cerca de los pies del canalón que conduce a los Dientes del Diablo. Armar mi primer vivac, conseguir agua y contemplar la ruta mientras me quedaba dormido. Nunca recuerdo mis sueños, y esa vez no fue la excepción, solo sé que no fue un sueño húmedo porque desperté sequito y alborotado 😀

Dientes del Diablo

Dientes del Diablo


Desperté a las 2am y partí a las 4, 2 horas!!! linda manera de desperdiciar tiempo pero apure el paso a fin de recuperarme del retraso. Gane altura zigzagueando por el costado del cerro, camino al canalón/portezuelo que une los 2 Dientes del Diablo, y en la medida que ascendía la pendiente se incrementaba. Iba a buen paso y esta parte de la historia no tendría mayor relevancia de no ser por las piedras, o mejor aun de como estas quisieron anunciarse.
Estaba por completo a oscuras, avanzando con la luz de la linterna, un bastón en cada mano y una visión borrosa de a donde quería llegar. Cuando de repente de la parte inferior de uno de mis bastones sale un chispazo y este salta de mi mano, al chispazo luego le acompañaron algunos silbidos que rápidamente identifique como piedras cayendo. Luego del susto inicial mi instinto de conservación se impuso y corrí a refugiarme detrás de la única roca que había cerca.
La escena podría haber pasado por una típica toma de la segunda guerra mundial, conmigo sacando el casco de la mochila y refugiándome tras la roca mientras silbidos de piedras cayendo pasaban a mi alrededor. Pero la similaritud finaliza allí, puesto que no recuerdo que fuesen muchas, ni durasen tanto como la velocidad de mi corazón me quiso hacer creer.
Después de analizar un poco la situación concluí que había sido fortuito (a las 4-5am no es la hora en la que suele caer material en montaña) y continué, eso sí con el casco y los pañales bien puestos 😀
Llegue al final del canalón junto con las primeras luces del alba, una vez arriba busque un buen lugar para dejar la mochila y subir la cumbre del Diente Chico y luego devolverme y buscar la pasada por el nevero para el Diente Grande.

Saliendo del canalón de los Dientes del Diablo

Saliendo del canalón de los Dientes del Diablo

Justo al bajar del Diente Chico veo que vienen varias nubes a una altitud similar a la que tenía en ese momento. Aprieto cachete para llegar a la cumbre antes que las nubes, paso el nevero, encuentro un canalón cumbrero y subo en dirección a la cumbre. Mis cachetes no aprietan lo suficiente, las nubes me ganaron. Subo a lo que asumo será la cumbre, hago un 1,2,3 por mí y me voy. No quiero estirar el chicle, estar solo me da cierta sensación de urgencia.

Llegando a la cumbre del Diente Grande del Diablo

Llegando a la cumbre del Diente Grande del Diablo

Desciendo el canalón, paso el nevero, encuentro mi mochila y me pongo a estudiar el siguiente tramo. Tengo que bajar al nacimiento del valle que marcan la unión de los cordones de los Dientes del Diablo y del Diablo, y además debo seleccionar bien por donde subir al Diablo, es conocido que tiene varios canalones y solo uno lleva a la cumbre. Intento ver donde nace este entre las nubes que aparecen y desaparecen frente a mi campo visual. Una vez que lo tengo visto comienzo a bajar.
Abajo el viento que trajo a las nubes no encuentra nada más entretenido que jugar conmigo. Entre el frio y la dificultad en el avance (y que los mil kilos de ración de marcha me estaban comenzando a pesar) tomo más tiempo del necesario en cruzar ese tramo. Llego a los pies del Diablo y subo por un nevero que parecía conectar con el canalón que andaba buscando.
Las nubes bajan más aun y parte poco a poco un suave plumilleo, mi visión se reduce a unos 50-100mts. No es mala pero no me inspira confianza. Me hallo en la disyuntiva de si arriesgarme por el canalón que elegí o seguir por el nevero que parece llegar hasta el otro lado del Diablo, justo donde el cajón del Estero del Diablo comienza y a donde debo llegar.
Después de dudar un rato decido seguir por el nevero y ver si por el filo del Diablo tengo la opción de matar los 2 pájaros de un tiro, intentar hacer cumbre desde ahí y pasarme al Estero. No con mucha confianza, ya que recordaba haber leído que es el canalón o nada. Pero puesto que corría el tiempo y no estaba seguro de como evolucionaría el clima preferí privilegiar la travesia antes que la cumbre.
Una vez en el filo intento ver mis posibilidades de cumbre, la visibilidad no ayuda pero en un acto de fe dejo el equipamiento del vivac y voy a explorar a ver si por ahí puedo llegar. Después de más de 1/2 hora llego a lo que parece ser una cumbre, casi me empiezo a sentir contento hasta que la nube que me rodea decide desaparecer de repente y arruinarme el día. Estoy cerca, pero desde ahí no puedo llegar, un portezuelo rocoso me separa de mi objetivo. Evalúo y concluyo que no, que prefiero seguir siendo mamon y no mandarme la desescalada por roca mala, le he tomado aprecio a mi trasero y me encanta que siga en su sitio.
De vuelta al nevero a tratar de localizar una bajada hacia el cajón del estero. La encuentro y conectando canalones y neveros poco a poco consigo bajar hacia el cajón. Por suerte pareciera que todo el viento, frio y plumilleo están concentrados del otro lado del filo. Como logro cumplir con los plazos que me puse me relajo un poco y comienzo a apreciar mas la belleza del lugar, incluso me detengo a contemplar una enorme piedra en forma de corazón que encuentro y casi le tomo una foto, hasta que me doy cuenta que venía caminando por la huella que dejo al caer por el nevero. Como la huella no es chica y tampoco la única, veo la hora, me aseguro el casco y aprieto cachete.
Ya sobre el valle bajo las revoluciones y continuo bajando por este para ganar distancia, según mis cálculos ese cajón era un 50% más largo que el de lo Valdés, lo que significaba que demoraría mas horas en salir. Eso sin sumarle los 15 kilómetros que me esperaban a la salida de dicho cajón, ni el cruce del rio ni…pero me estoy adelantando. Avanzo todo lo que puedo y al empezar a escasear la luz encuentro lo que parecía un buen lugar para mi 2do vivac.

El inicio del cajón del Estero del Diablo

El inicio del cajón del Estero del Diablo

Me despierta el amanecer de mi 3er día en montaña, desde mi vivac veo el Diablo y el glaciar del Diablo, le hago un gesto cariñoso con el dedo y continuo mi camino. Como ese cajón no es para nada visitado por las dificultades de acceso no esperaba encontrar senderos. Lamentablemente estoy en lo cierto y me tengo que abrir paso por terreno rocoso, a veces cruzar el «estero» para darme cuenta después que no me convenía tanto y blablabla la cacha de la espada.

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Cajon del Estero del Diablo

Ya saliendo del cajón me encuentro con unos arrieros en un refugio, me ayudan a cruzar a caballo el estero (ya rio en ese punto) y me despido de ellos. Todavía me falta la ultima complicación «técnica» de mi travesía antes de los 15km de caminata.
Tenia que cruzar el Maipo haciendo uso de un cable metálico que usaban para acceder a una estación de monitoreo de caudal desde el otro lado del rio, que es por donde quería cruzar. Había ido preparado, al menos hipotéticamente hablando. Tenia mis calzoncillos amarillos de la suerte, la pelada reluciente y la sonrisa dispuesta. Ademas de otras cosas superfluas como arnés, mosquetones, cordines y nimiedades como esa.
En mi imaginación ese cruce iba a ser superentretenido y hasta emocionante. Quien no haya tenido que cruzar con un mosquetón sobre un cable metálico no sabe toooooda la diversión que se pierde. Partiendo por el roce, un roce que obliga levantar el cuerpo y desplazar el mosquetón cada vez que se quiere avanzar. A eso ha de sumarsele que hay que tirar de la mochila, con roce, primero bajando y luego subiendo por el cable. Por tan solo 50mts, si hasta el momento no me había cansado ese fue el punto de inflexión para ello.

Yo flotando sobre el Maipo

Yo flotando sobre el Maipo

Una vez al otro lado se da vuelta la tortilla, el terreno ya no es problema, sino los 15km de caminata al cruce a ver si alguien me llevaba a dedo. El camino sobre el que me encontraba corresponde al camino de servicio de las tuberías de gas que van hacia Argentina. Este camino pasa a través de varios fundos, un centro vacacional de carabineros y una central hidroeléctrica antes de intersectar el camino al volcán. Y a pesar de ser un lugar bastante paisajistico, es muy poco visitado debido a que el acceso esta restringido. Así que recorrí 12 de esos 15km antes de encontrar alguien que me llevara a dedo.
Pero con mi suerte no cualquiera me lleva a dedo, nop. A mi me llevaron los 3 arrieros en un pan de molde con ruedas, les tocaba bajar ese día. Después de caminar 12km me debatía entre un sentimiento de gratitud y un vil odio enfurecido, uno de esos que te permite desmembrar a una persona sin mas remordimiento que verte obligado a lavar la ropa después de disfrutar el espectáculo.
Pero tenia hambre y no quería caminar mas. Así que después de acercarme a San José de Maipo y tomar un colectivo hasta el restaurante mas cercano, me zampé un bife a lo pobre, cortesía del camarero/cocinero que en cuanto le conté mi historia me dio ración doble de bife, perdí la cuenta de los huevos fritos y por el cambio brusco de talla deduzco que también en las papas fritas.
Y peladin rellenado, este cuento se ha acabado.

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